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20/03/14 ¿Quién fue Quidiello, el señor de las sillas?
En Sevilla se pronuncia este apellido como si no perteneciera a nadie. Las sillas de Quidiello son patrimonio de la ciudad. Pero merece la pena sentarse a conocer la historia de su fundador
Quidiello es un apellido que en Sevilla ha alcanzado la gloria de la metonimia. No hace falta decir nada más para saber que hablamos de las sillas de alquiler, bien de enea, bien de tijera. En sillas de Quidiello hemos visto cada detalle de las cofradías, sus estandartes, los escudos de los nazarenos, los pormenores de las cruces de guía. Y hemos asistido al milagro de la Feria. Quidiello puede presumir de haber igualado a todas las clases sociales de la ciudad en su cátedra de sevillanía. Pero muy poca gente conoce su historia. No la de la silla, sino la de su impulsor: Juan José Quidiello Corujo. En realidad el creador de este negocio fue su padre, aunque él capitalizó todos sus éxitos. Todo comenzó en un corralón de la calle Castilla, concretamente en el número 51, en el año 1907. Quidiello le vio la punta al negocio del alquiler de sillas en una época en la que la Feria comenzaba a adquirir su esplendor y la Semana Santa a masificarse. Así que primero trabajó las neas, que fueron el santo y seña de su triunfo.
Aquel corralón estaba justo enfrente de la Parroquia de La O, de cuya hermandad era Quidiello el número 4, y hasta que se dedicó a almacén de sillas había sido un parador, es decir, una especie de fonda para caballeros en la que había cuadras y camas. Juan Quidiello tomó el testigo del fundador y convirtió las viejas eneas del Corpus y de las casetas en un símbolo de Sevilla. Al principio sus obras fueron conocidas como sillas trianeras. Pero finalmente se impuso su apellido. Quidiello falleció en su arrabal de nacimiento el día de Reyes de 2011. Desde entonces lleva el negocio su hijo Juan José, que vive en la calle San Jacinto, aunque las instalaciones fueron trasladadas al Polígono Los Álamos, en Fuente del Rey. Esta Semana Santa sacará de sus almacenes más de 16.000 sillas para la Carrera Oficial. Porque gracias a esta familia Sevilla no se sienta en tronos de conquistadores, sino en las neas y maderas que barniza la costumbre.
Fuente: ABC de Sevilla
14/11/11 Un diván para Quidiello
El que no se sienta en un palco, en una silla de tijera de su caseta o en una barrera de la plaza de toros, no es nadie.
Quien venga a Sevilla no verá más que sillas. Veladores a tutiplén ocupan la Avenida de los Mimos, antes de la Constitución, y convierten las plazas recoletas del barrio de Santa Cruz en comedores al aire libre. La Sevilla turística está a puntito de convertirse en Paella d’Or, ciudad de vacaciones al más puro estilo de un parque monotemático. El otro parque tematizado sería Terra Mística, esa Sevilla donde todo el año es Semana Santa o vísperas del gozo, que suena más apropiado. En Terra Mística las sillas tienen ese asiento de enea que deja el culo como un cuaderno de dos rayas. Esas sillas son como las herencias de antaño o las hipotecas de hogaño: pasan de los padres a los hijos, que contemplan el paso de las cofradías durante lustros desde el mismo sitio, no vaya a ser que un cambio de perspectiva dañe irreparablemente el disco duro de la memoria sentimental.
Es posible que a Sevilla no la fundara Julio César, sino Sillerius Eneas Quidiellus. El que no se sienta en un palco de la plaza de San Francisco o en una silla de tijera de su caseta de Feria, en un reservado de un restaurante o en una barrera de la plaza de los toros, no es nadie. En Sevilla se puede ser un tieso, pero sentado. Mientras esto siga así la ciudad no tendrá remedio. Porque Sevilla está pidiendo a gritos, que en su peculiar forma de comportarse consiste en guardar silencio, un diván sobre el que tumbarse para echar sus miedos, sus frustraciones y su decadencia por la boca.
Javier Criado ya sometió a la ciudad de nuestros amores a esa psicoterapia literaria que tanto necesita: «Sevilla en el diván» se titula su imprescindible libro. Un diván es lo que le hace falta a esta Sevilla que se enreda en la zarza del absurdo cuando teje esos debates bizantinos que no llevan a ningún sitio que no sea la melancolía. El metro es un ejemplo paradigmático de lo que estamos hablando, con esas luchas partidistas para elegir una línea que no se construirá porque no hay un euro. La comisión de investigación del derogado plan centro es otra demostración de la habilidad que tienen los políticos para enredar mientras siguen aferrados a la poltrona.
El absurdo llega a los límites del surrealismo trianero cuando PSOE y PP se enzarzan en una discusión provocada por los decibelios que vomitaba una furgoneta que pedía el voto para Rubalcaba. Escuchar a Susana Díaz reivindicando la palabra libertad es algo muy fuerte. Casi tanto como leer la noticia que le da la vuelta a la realidad: el hijo del gerente de Lipasam limpiará las calles después de ensuciarlas durante una botellona ilegal, valga la redundancia. La próxima campaña de concienciación, que la empiecen en sus casas y que luego nos den lecciones a los demás. Mientras tanto esperaremos sentados. Y a ver si entre todos convencemos a Sevilla para que se tumbe en el diván con el noble fin de salir del marasmo en que se encuentre. Aunque sea un diván de Quidiello en la Campana…
Fuente: ABC de Sevilla
08/01/11 Enea para Juan Quidiello
Las sillas de enea de Juan Quidiello fueron Sevilla misma. Enea de la carrera oficial, enea del Corpus, enea de las casetas.
Fuente: ABC de Sevilla
07/01/11 Homenaje a Quidiello
En mi lectura diaria de esquelas, hoy me encuentro con la de Don Juan Jose Quidiello Corujo, Hermano numero 4 de la Hermandad de la O y segunda generación de la empresa de alquiler de Sillas Quidiello ( en la actualidad gestionada por su hijo, la tercera generación ) , que son una página inseparable, de la hoja de la Carrera Oficial de nuestra Semana Santa .-
Durante casi un siglo , esta empresa ( entre otras ), llevan suministrando sillas a la Campana , a la calle Sierpes , a las palcos o a la Avenida , aportando en la actualidad mas de dieciseis mil sillas .Su origenes estuvieron en la calle Castilla , donde el padre del hoy fallecido, se dedicaban a la fabricación de sillas de enea para alquilarlas .-
Las sillas amontadas en la Campana son el mejor pregón de la iminencia de que la primera esta por llegar . Sillas solitarias, como en una soleada butaca de patio a primeras horas de la tarde esperando la primera Cruz de Guia cegada por los rayos del Sol . Sillas abandonadas , llenas de lágrimas de lluvia , entre nubarrones, negros y chaparrones de Viernes Santos . Sillas de desaparecidos parcelistas , que con mesa de tijeras con el cartel : » Se alquilan sillas en este sitio para toda la Semana Santa «, han sido sustituidos por el frio tríptico bancario de la C:.T.C, ( Contribución Territorial Cofradiera ) .-
Como dijo el maestro Burgos : » Ni una silla Luis XV en Versalles pudo tener acceso al paraiso de la gracia y de la perfección como la humilde enea de Quidiello en la calle Sierpes «.-
Don Juan Jose Quidiello Corujo, seguro que ya tiene una silla de primera fila en La Campana del Cielo para ver pasar al Jorobaito de Triana y la Reina de la O . Descanse en paz .-
Fuente: El Templete
25/05/10 La silla de Morantes en Nimes
«…Morante, que ve más vídeos antiguos de la cuenta, quería seguramente revivir lo de Rafael el Gallo toreando desde la silla. Le sobró arte y compás, hondura, esencia: cumbre, como cuentan las crónicas. Pero le faltó silla. Esa silla que sacó Morante en Nimes la he visto yo en un salón de bodas, horroroso de hortera…»
Morante en Nimes, cumbre. La silla de Morante en Nimes, una mierda de silla. Para llamar a los de Reto o a Merkausado, y que se la lleven.
—Y no se la llevan, ¿quién va a querer esa silla?
Un horror de silla. Una horterada. Hombre, sobre todo considerando la idea que tenemos todos de cómo debe ser una silla en un ruedo taurino, si el matador la pide para banderillear desde ella o para sentarse e iniciar con ayudados por alto la faena de muleta.
¿Tanto cuesta mandar por Seur una silla de Quidiello como Dios manda hasta Nimes? Porque si Morante pensaba torear por el plan antiguo e iniciar sentado la faena de muleta al toro de Juan Pedro Domecq (que seguro que lo tendría más que pensado, pues no tiene un pelo ni de tonto ni de loco), él o su equipo deberían haberlo previsto. Pero, claro, ¿qué se le va a pedir a Curro Vázquez, que no sabe lo que es una silla sevillana de enea ni quién es Quidiello?
Una silla en una plaza de toros. ¡Lo seria que es una silla en una plaza de toros! ¿Usted no ve el solio pontificio de Benedicto XVI en Roma? Algo así, pero de enea. De enea y de palo, ¿eh? ¿Se sienta acaso en una silla de Merkamueble el guitarrista que acompaña al cantaor? ¿Pasa el Gran Poder cuando de Madrugada entra en La Campana ante unas sillas de Ikea que ha montado un manitas del Consejo? Las sillas del arte andaluz, del sentimiento de nuestra tierra, están perfectamente codificadas. Una de las tropelías que se hicieron en la Catedral con Amigo Vallejo fue precisamente quitar las clásicas sillas de enea y poner en el crucero unas filas de asientos negros de plástico que parece que estás en un aeropuerto esperando la salida de tu vuelo.
Yo me acuerdo haber visto de chaval una silla en la plaza de toros de Sevilla. La pidió el loquito de Manuel Álvarez ‘El Bala’ para poner banderillas sentado, igual que las ponía con la boca, partiendo además los palos, que yo no sé cómo los garapullos no le pegaban una cornada con su madera como la del pobre Julito Aparicio. El loco de El Bala ponía las banderillas con el velo del paladar. Y la silla que pidió para banderillear se la bajó Elías el barbero del palco del Aero. Una magnífica silla de enea. Se la sacó un banderillero al tercio, la cogió El Bala, se sentó en ella con los palos en la mano, citó al toro, se arrancó el toro, se le coló por el izquierdo, se levantó Manuel, y el toro le pegó tal tarascada a la silla, que la silla fue a tomar por saco al callejón, hecha pedazos. Porque a los toros les gustan las sillas de enea de toda la vida. En cambio esa silla horrorosa que sacó Morante en Nimes, ni la tocó el toro. ¿De qué la va a tocar el toro? ¿Usted no ve que el toro era de Juan Pedro, y los que cría el ganadero que se está dejando pinta de espadachín viejorro de Pérez Reverte son toros artistas con mucho sentido estético y detestan estas horteradas de sillas de ‘puticlú’?
Morante, que ve más vídeos antiguos de la cuenta, quería seguramente revivir lo de Rafael el Gallo toreando desde la silla. O lo de Antonio Carmona ‘El Gordito’ en las láminas de ‘La Lidia’. Le sobró arte y compás, hondura, esencia: cumbre, como cuentan las crónicas. Pero le faltó silla. Esa silla que sacó Morante en Nimes la he visto yo en un salón de bodas, horroroso de hortera, que hay por Alcalá del Río. Esa silla la he visto yo en «Cine de Barrio»: la silla donde se sentaba el pianista argentino parguelón que ahora se ha peleado con Paradas. Es una silla como del Hotel Ex Colón o del Bar Ex Laredo, qué horror. Si Morante quiere sentar cátedra y ocupar el trono vacío del toreo según Sevilla, de momento tiene que irse buscando otra silla. Para que así ocurra cuanto antes, algunos, en nuestra orfandad currista, incluso estamos dispuestos a pagarle el porte y mandar por Seur 10 una silla de Quidiello como Dios manda a la plaza que Morante nos diga.
Fuente: Sevilla Taurina
13/03/08 Juan José Quidiello: Dieciséis mil sillas para los abonados.
Desde hace ochenta años esta empresa trianera es una de las suministradoras de sillas para la carrera oficial.
Quidiello se dedica a surtir de sillas a la Carrera Oficial desde hace más de ochenta años. Acaban de cumplir un siglo de vida y Juan José es la tercera generación de la familia que está al frente de la empresa. Vive en la trianera calle San Jacinto, tiene 45 años, está casado y tiene tres hijas. Este año serán unas dieciséis mil sillas las que saldrán del almacén para que los abonados puedan ver cómodamente los desfiles procesionales. El germen lo puso su abuelo en un caserón de la calle Castilla, dónde, entre otras cosas, “se dedicaba a fabricar sillas para alquilarlas”. Si antiguamente la mayoría de las sillas que se alquilaban eran de enea -prácticamente sólo quedan ya en los palcos- en la actualidad se han sustituido por las de tijera completamente de madera, “más del 85 por ciento de las sillas son de tijera, la enea se está perdiendo, aunque es una silla preciosa, pero es bastante más cara para transportar e incómoda de guardar”, indica.
El suministro se empieza a hacer el Miércoles de Pasión hasta la víspera del Domingo de Ramos, “que es cuando me puedo quedar tranquilo y relajado al terminar el trabajo”. Está muy orgulloso de que en la empresa, “que es pequeña y meramente familiar”, trabajen los hijos o sobrinos de operarios que estuvieron antiguamente, “lo que hace que prácticamente seamos familia de toda la vida”. A partir de ese día Juan José se dispone a ver las cofradías con sus tres hijas, con las que sale de nazareno en la O. No suele repetir los escenarios para ver las procesiones, aunque reconoce que de un tiempo a esta parte está volviendo a los sitios a los que iba antiguamente “para enseñarle esa misma Semana Santa a mi familia, como por ejemplo la Plaza de la Alianza, escenario ideal para ver San Bernardo”. Después de pasar la semana relajado y con la satisfacción del deber cumplido, le queda “recogía”. Se ponen manos a la obra nada más que pasa la Soledad por la Campana y hasta el año que viene cuando estas sillas vuelvan a salir del almacén para contemplar, una año más como en los últimos 100, la Pasión según Sevilla.
Fuente: diario de sevilla